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jueves, 22 de julio de 2010

15 años Greenpeace Chile: Comprometidos con el Planeta

Se enfrentan a empresas multinacionales, a grandes buques pesqueros y exigen cambios en las políticas medioambientales de los gobiernos de todo el mundo. En Chile celebran un nuevo año de vida, pero el trabajo y los desafíos por tener un medio ambiente mejor siguen cada día.

En 1971, los canadienses Jim Bohlen e Irving Stowe emprendieron un viaje a la isla de Amchitka, en Alaska, en señal de protesta ante el anuncio dado por el gobierno de Estados Unidos sobre el desarrollo y pruebas de armas nucleares. Montados en un barco pesquero llamado Phyillis Cormack, se les unió Paul Cote, siendo el tercero en conformar el equipo de lo que a futuro sería Greenpeace.

Si bien la expedición no tuvo éxito, debido a que la nave fue capturada por la marina estadounidense y además se llevó a cabo la explosión atómica en la isla, tiempo después, el gobierno dejó de realizar sus pruebas en Amchitka, la cual finalmente fue declarada como Santuario de la Naturaleza.

La acción realizada por Cohlen, Stowe y Cote, adquirió gran fama en diferentes países del mundo, iniciándose una seguidilla de protestas en contra de experimentos y ejercicios que atentaran contra el medio ambiente. La historia de la organización destaca en sus orígenes su oposición a las pruebas nucleares francesas en el atolón de Mururoa en 1972, el inicio de la campaña para proteger a las ballenas de la caza industrial en 1975, y la frustración de matanza de cachorros de focas entre 1976 y 1984 en el Ártico, “cuyo único fin era la confección de abrigos de lujo”.

Apoyo mundial

Con 38 años de experiencia, Greenpeace se ha consolidado como una de las organizaciones medio ambientalista y pacifista más importante en todo el planeta, teniendo sede en más de cuarenta países cuya única premisa es la protección de la naturaleza.

Alejada de los gobiernos, partidos políticos, entidades religiosas y empresas, la organización se sustenta gracias al apoyo de sus más de cuatro millones de socios a nivel mundial que donan una cuota mensual, además de otro pequeño porcentaje de ingresos por la venta de materiales y accesorios de la marca Greenpeace. Gracias a esto, no sólo se ven beneficiados por el aporte monetario, sino que también por la difusión que esto significa, ya que a través de poleras, jockeys o stickers es posible dar a conocer la tarea que realizan en todo el mundo.

Todas estas contribuciones monetarias han permitido que Greenpeace cuente con medios de transportes, como barcos y helicópteros, laboratorios, una red de comunicaciones, y profesionales capacitados que día a día trabajan por el cuidado del planeta. Asimismo, estos dineros han permitido lograr la fundación de nuevas oficinas en países que aún no se encuentran representados en Greenpeace.

Pero además de tener como base el aporte que entregan los socios y venta de materiales, la organización cuenta con la ayuda de intelectuales y artistas, que, según indican en su página web, “han donado los derechos de autor de algunas de sus canciones, lo que ha permitido grabar alrededor de diez discos en distintas partes del mundo a favor de Greenpeace. Muchos de ellos han realizado, además, conciertos a beneficio de la organización. Éstas y otras iniciativas de este tipo, como obras de teatro, subastas de arte, etc., no sólo representan un ingreso económico para Greenpeace, sino que son un apoyo moral y popular que resulta imprescindible para nosotros”.

Pacifismo activo

Si Greenpeace es tan conocido a nivel mundial, se debe a sus constantes acciones públicas. Grandes carteles, vestimentas, y espectaculares perfomances forman parte del actuar creativo con el que la organización se enfrenta a quienes se encuentran dañando el planeta.

Llevar a cabo una acción es un largo proceso que puede demorar hasta más de un año, ya que implica un período de investigación y estudio previo. “No reclamamos porque sí, sino por cosas que sabemos que tienen solución… nosotros planteamos la solución”, recalca Jorge Burgos, voluntario de Greenpeace.

En uno de los folletos entregado por adultos y jóvenes repartidos por la capital en busca de nuevos socios, se puede leer que “Greenpeace opera bajo el convencimiento que el lobby político, la presión pública y la acción directa no violenta, producen los cambios necesarios para conseguir un medio ambiente mejor”, siendo esto parte de los principios que conforman a la organización.

Gracias a lo anterior, es que desde su creación, Greenpeace luce con orgullo un gran historial de logros, entre los cuales se encuentran modificaciones a prácticas que dañaban a la naturaleza por parte de grandes empresas como McDonalds, Coca Cola o Esso, la detención de la pesca de arrastre y la caza de ballenas en las costas de miles de países, además del fomento de políticas medio ambientales por parte de los gobiernos de todo el mundo.

En el sitio web de Greenpeace es posible ver una lista de más de cincuenta logros que han obtenido a lo largo de sus 38 años de vida. Si necesitas ver para creer, ingresa a:

http://www.greenpeace.org/chile/about/victories


Compromiso Voluntario

Si bien Greenpeace ha desarrollado distintas campañas a nivel mundial y local, todas ellas han sido posibles gracias a la participación y compromiso de miles de jóvenes y adultos voluntarios que luchan por un mundo mejor.

Jorge Burgos, coordinador de voluntarios Greenpeace de Santiago, asegura que las motivaciones que llevan a las personas a unirse al equipo son variadas, pero que todas responden a “querer cambiar como está el mundo actualmente”.

Lorena López tiene 20 años, y hace cinco años participó en Greenpeace como parte del equipo de niños que posee la organización. “Con una amiga entramos a Greenpeace porque su hermano mayor participaba allí, y siempre nos interesó el tema medioambiental. Como éramos menores de edad formamos parte de Kids For Forest, donde brindábamos apoyo a distintas campañas. La idea era que una tomara la iniciativa y creara proyectos para así poder masificar la información y concientizar a la gente”.

A pesar de la buena experiencia que tuvo, Lorena se retiró años atrás por motivos de tiempo y algo triste de no haber conseguido algo más. “A opinión personal creo que la mayoría de las entidades como Greenpeace sirven para quienes participan directamente en ella. Es difícil crear conciencia en personas que la verdad no les interesa…”

Siendo lo anterior uno de los mayores desafíos de la organización, Jorge repite el llamado a generar una conciencia ambiental en la sociedad, y especialmente a “involucrar a la gente normal, y que se den cuenta que los problemas que denunciamos los afectan directamente, aún cuando no se den en nuestra localidad”.

Sin embargo, a pesar de la dificultad que significa masificar el cuidado ambiental, Jorge reconoce que durante los últimos años el mensaje ha obtenido importantes frutos. “La gente ha participado bastante y ha aumentado su cuota de cooperación con Greenpeace. Por ejemplo, para la última Marcha de los Océanos que hicimos en Valparaíso en mayo pasado, asistió mucha gente, o la aprobación del decreto del Santuario Ballenero en aguas territoriales fue posible gracias a la presión que hicieron las personas, y que no pertenecía a Greenpeace necesariamente”.

Defendiendo tierras chilenas

Greenpeace llegó a nuestro país debido a una cierta cantidad de conflictos ambientales presentes en América Latina, y, con el fin de atender y solucionar estas situaciones, se estableció en la región. “La organización se da cuenta, dentro de una campaña internacional, que existe una gran zona de bosques templados lluviosos en el país -más conocidos como Rain Forest-, que son necesarios de proteger”, explica Rodrigo Herrera, director ejecutivo de la organización en Chile.

En 1993 se fundó la sede de Greenpeace Chile, la que actualmente cuenta con el trabajo de un staff de 16 personas, doce captadores de nuevos socios en las calles, 80 voluntarios en Santiago y 6.500 socios en todo el territorio nacional que aportan con cuotas que fluctúan entre los $3.000 y $10.000 mensuales.

Si bien Greenpeace lleva sólo 15 años en el país, y desde hace siete es autosuficiente, es decir, puede mantenerse sin la ayuda de otras oficinas de la organización, Rodrigo evalúa de buena forma lo que se ha logrado en Chile. “Ha sido positiva la tarea que ha llevado a cabo Greenpeace durante estos 15 años. Hemos logrado mucho con las campañas de los océanos, la nuclear, la del derecho de saber, la del transporte que en el 2000 hicimos el quiebre para que pudiese entrar un cambio en la mentalidad de los buses… En términos públicos, ha sido interesante lo que hemos obtenido, ya que hemos estado siempre presentes en las discusiones políticas, porque somos considerados una organización respetada”.

Contentos de cumplir un nuevo año, y como parte de la celebración, Greenpeace fue el anfitrión en el estreno de la película La Era de la Estupidez, la cual muestra al planeta en el año 2055 sufriendo los males que ha llevado el calentamiento global. “Hemos querido compartir nuestra alegría con la gente, llegar a ellos, y qué mejor que en el contexto del cambio climático, que es uno de los grandes temas que hoy en día se conversa en todas partes”, expresa el director ejecutivo. “Además –agrega, estamos trabajando con rostros públicos, invitando a toda la ciudadanía para que todos conozcan nuestro trabajo”.

Mirando al Futuro

Concientes del desafío que significa poder lograr asociar más personas a Greenpeace, y mayor aún, el de alcanzar una conciencia ambiental en cada uno de los rincones de la sociedad, la organización sigue trabajando duro todos los días. “Tenemos objetivos de campañas internacionales, y quisiéramos seguir proyectando eso en Chile. Por el momento el tema oceánico es de nuestra mayor importancia, actualmente avocados a la pesca de arrastre. Y en relación al tema del cambio climático, estamos trabajando por las energías renovables no convencionales… hay un proyecto de campaña sobre reducción energética”, cuenta Rodrigo.

Tomando en cuenta las campañas realizadas por Greenpeace durante 38 años a nivel mundial, y hace quince en nuestro país, el llamado es escuchar lo que tienen que decir, y reflexionar sobre el mal uso del planeta en manos del hombre. Pero más aún, es dar cuenta de la responsabilidad de todas las sociedades, tomar “cartas en el asunto” y realizar acciones efectivas para combatir el daño ya producido.

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