Las entrevistas como una forma de aprender una sociedad heterogénea
Sin saber desde cuándo, la entrevista se ha alzado como una de las principales herramientas que tienen las comunicaciones para conocer nuevas personas a través de la conversación, la corporalidad del entrevistado y la emocionalidad que éste pueda provocar. Pero mostrar una historia de vida “porque sí” no puede ser considerado como el único fin de la entrevista, ya que a través de sus elementos y mensajes entregados, es posible que el lector se logre identificar con las experiencias del entrevistado y, por qué no, adquirir algún tipo de aprendizaje de ello, lo que es considerado como “sentido común”, según Leonor Arfuch.
Según lo anterior, la entrevista, más que ser un artículo donde las preguntas y respuestas dan a conocer las vivencias o pensamientos de un personaje en particular, se transformaría en un texto donde su eje central es el encargado de contribuir a la creación de identidades y también del conocimiento generalizado de las experiencias personales.
Es así como una historia propia –independiente si somos populares o no en el resto de la sociedad-, pasa a ser conocida, transformándose en el ejemplo de otra, para luego crear lazos comunes entre personas diferentes, pero que son unidas gracias a sus historias y vivencias.
Vidas no glamorosas
Este paso de la experiencia anónima a la común, es la que se logra reconocer en el libro de la escritora y periodista Ima Sanchis, El Don De Arder, Mujeres que están cambiando el mundo; donde la autora recopila entrevistas realizadas sólo a mujeres durante siete años.
Cada una de las historias corresponde a un testimonio con diferentes vivencias, en distintos lugares y variadas épocas, pero todas ellas tienen en común la fortaleza de haberse sobrepuesto a circunstancias problemáticas en sus vidas, es decir, la evidencia de haber logrado realizarse como personas dentro de su contexto social y cultural. O como dice su propia autora, “buscando la complicidad de mis entrevistados, he querido indagar en nuestra capacidad de adaptación, esa comprensión que desarrollamos para conquistar centímetro a centímetro la libertad, retratar cómo cada uno utiliza los acontecimientos a menudo dolorosos para construirse”.
La riqueza de la recopilación hecha por Sanchis, recae en la gran variedad de entrevistadas, lo cual logra entregar diferentes visiones de mundo que finalmente contribuyen al aprendizaje de una sociedad heterogénea. Sabiendo esto, es importante destacar que la autora fue en busca de voces que generalmente pasan desapercibidas en su mundo, es decir, no entrevistó sólo a mujeres de gran renombre o conocidas por toda su sociedad, sino más bien, escuchó a aquellas que tenían algo que confesar, pero que no habían sido escuchadas por los grandes medios de comunicación. Es por esto que, a lo largo de todo el libro, es posible encontrar historias que se enfocan en todos los aspectos de la vida diaria: familia, amor, trabajo, dolor, estudios, etcétera; lo que provoca una mayor identificación gracias a las distintas áreas que son tocadas.
El eje central
Las entrevistas realizadas por Ima Sanchis, tienen una estructura especial que se repite en todas las que componen su libro: una cita de la entrevistada que titula el artículo, una biografía de ella, una introducción donde se cuenta lo que sucede en la reunión, “las circunstancias, los trazos emocionales (…) y qué es lo que en ese momento despertaron” en la autora; y finalmente las preguntas y respuestas.
Pero la particularidad de esta estructura va en la coherencia que posee, ya que cada uno de los elementos que componen el texto tienen directa relación con un tema en particular que el entrevistador decide: el eje central. Es por esto que, a través de las tres partes del artículo, es posible reconocer la temática en la que se enfoca la autora con cada una de las historias que va narrativizar:
Isabel Allende Bussi
“No me imagino a mi padre en el exilio”
Isabel Allende Bussi (Santiago de Chile, Chile, 1945), presidenta de
¿Cómo vivió el día del asesinato de su padre?
El golpe de Estado de Pinochet era una crónica anunciada. El teléfono no paraba, pero estaba muy cansada y lo dejé sonar… (Extracto entrevista realizada a Isabel Allende Bussi)
El eje central refleja la vivencia que se quiere destacar, la que se quiere dar a conocer. A través de él, se podrán rescatar valores, ideas y pensamientos del entrevistado, pero que al ser contados y entregados por éste, podrán servir para la construcción de una visión de mundo, o del sentido común del resto de la sociedad.
Más que una entrevista, una conversación
Tener claro el eje central de la entrevista no es suficiente para lograr que el espacio biográfico se haga presente. Para esto, se debe tener en consideración otros “ingredientes” de la situación.
Los elementos de una entrevista son claros: un entrevistador, y un entrevistado. Sin embargo, esta relación muchas veces pareciera tornarse asimétrica, donde generalmente es el primero quien controla la situación comunicacional, relegando a la persona entrevistada a quien sólo debe emitir la respuesta a la pregunta hecha anteriormente.
Para que los dos elementos de la entrevista puedan compenetrarse mejor, produciéndose un momento de confianza y finalmente un espacio biográfico (donde se mostrarán las vivencias, pensamientos y anhelos del entrevistado), es necesario que el entrevistador, además de preparar de buena forma el encuentro -sabiendo qué es lo que va a preguntar, o a qué se va a enfocar-, sea capaz de llevar una conversación fluida, sin interrupciones al momento de escuchar a la otra persona, y sobretodo, mantener el eje central de la entrevista: “el trabajo de preparación, las destrezas del entrevistador (…) no podrán evitar que el fluir discursivo escape del cauce, eventualmente se vuelva sobre otro tema, se desvíe, incluya otros léxicos, se torne doméstico y coloquial”.
Es por lo anterior que existen ocasiones en que el entrevistador sólo debe remitirse a dar breves comentarios o incluso callar para que el entrevistado pueda continuar con la conversación, y confesarse de manera más cómoda y tranquila:
(…) Lo último que le oí decir fue: “Ayúdame a salir de aquí”. Yo le puse la mano en el hombro y le dije: “De acuerdo”. De nuevo mi vida cambió.
- Supongo que todo fue confusión.
Escribí cartas a las autoridades pidiendo que fuera liberado… (Extracto entrevista realizada a Yulie Gerstel)- La veo extrema.
Estoy desesperada porque hemos perdido, hemos perdido la lucha contra la mafia en Sicilia, que ahora es más fuerte que nunca.
- Nada es en vano…
Tengo la sensación de que todos los años dedicados a la política han sido años perdidos. (Extracto entrevista realizada a Leticia Battaglia)
A través de estas breves acotaciones, Ima Sanchis logra mantener una armonía en la conversación, situándose como una persona más dentro de ella, mostrándose como una igual a su entrevistada. Esta situación provoca en el lector un sentimiento de agrado, porque a lo largo de la entrevista la valoración de ésta se hace evidente por parte de la autora, ya que no nos encontramos con una periodista que enjuicia a la otra persona – aunque es posible que de comentarios valorativos sobre ella-, sino más bien, que se comporta como un oyente, como un testigo de su historia.
El Don de Arder trabaja las entrevistas como un fin social, ya que pasan a ser un eslabón más en los tantos discursos que confluyen en nuestro contexto. Es decir, cada una de las historias contadas en el libro rescata lo local, transformándolo en algo global, produciéndose una generalización de experiencias, que finalmente logran acercarte al otro, compartir con él y ser parte de una misma comunidad.
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