Encontrar nuevas temáticas literarias es un desafío para cualquier autor. Más aún si sus experiencias anteriores, o mejor dicho, sus novelas precedentes no son una buena base para la creación de una nueva obra. Éste fue el caso de Javier Cercas.
Las historias fascinantes se encuentran en cualquier parte, y muchas veces llegan sin avisar. Tal fue el caso del periodista español Javier Cercas, que cinco años después de haber iniciado -sin mayor éxito- su carrera como escritor en 1989, se encontraba trabajando en la redacción de un periódico de su país.
Pero las cosas de la vida son extrañas, y, por alguna razón, el destino jugó a favor del periodista en 1994, cuando conoció la historia del padre de Rafael Sánchez Ferlosio, Rafael Sánchez Mazas, la cual volvería a su mente, una y otra vez, en diversas circunstancias.
Una red de casualidades
El encuentro entre dichos personajes no fue fortuito, sin embargo, el diálogo sobre Sánchez Mazas sí lo fue, ya que ni el propio Cercas recuerda el cómo surgió el tema. ”Lo fusilaron muy cerca de aquí, en el santuario de Collell”, oyó decir a Ferlosio, mientras se encontraban en la terraza de un restaurante. La historia fue cautivante por completo: uno de los fundadores e ideólogos de
A pesar que en su momento la historia pareció fascinante, el mismo Cercas asume que más tarde la olvidó. Sin embargo, en el año 1999, el destino nuevamente le permitió adentrarse en ella, específicamente en el momento que se le pidió escribir sobre el poeta Antonio Machado, debido al setenta aniversario de
Por curiosidad o no, Cercas se entregó a la historia de aquel personaje que logró escapar de la muerte, siendo ésta la encargada de acercarlo nuevamente –sin que el periodista lo supiera aún- a la tarea de escribir libros. Pero ésta vez sería diferente, ya que no crearía una novela cualquiera, sino una donde se relataran los hechos reales de lo sucedido en aquel fusilamiento.
El camino para llegar a la verdad de la historia del líder falangista, una vez más, se inició por casualidad. Miquel Aguirre, un historiador y estudioso de
La construcción de una historia
Soldados de Salamina es el libro que acoge la historia de Rafael Sánchez Mazas. Cómo lo conoció, quién fue, cómo llegó a ser parte del fusilamiento en masa, cómo escapó, y quiénes lo ayudaron a sobrevivir; es el relato que presenta Cercas. Para llegar a esto, el periodista cuenta de manera simple, a través de un lenguaje cotidiano y sin mayores complejidades, cada uno de los pasos que dio para lograr construir la historia del preso franquista. De esta manera, se arma el primer capítulo del libro, titulado “Los amigos del Bosque”, en el cual se ve reflejado el trabajo de investigación realizado por Javier Cercas, quien sólo por curiosidad, terminó involucrándose con una increíble historia que, sin que él lo supiera aún, se transformaría en la temática perfecta para retomar el ejercicio novelístico que años antes había creído fracasada.
Pero toda la investigación periodística comenzó gracias a la red que se fue tejiendo a partir del contacto con Aguirre, la cual no fue menor. El resultado de ésta fueron entrevistas y largas conversaciones con los personajes -o los hijos de ellos- que compartieron con el falangista durante los días posteriores al fusilamiento en la localidad de Collell. Aquellas personas, “los amigos del bosque” como bautizó el mismo Sánchez Mazas, ya bordean los 80 años de edad, de manera que sus testimonios son recuerdos bañados de añoranzas por aquellos tiempos y de sentimientos por aquel soldado que fue encontrado en medio del bosque en las más deplorables condiciones.
El resultado de la investigación sobre los hechos ocurridos en
Lo que andaba buscando
¿Qué es lo que hace especial o interesante a un libro? Su historia, o la manera de escribir, quizás. Aunque seguramente Soldados de Salamina puede poseer ambos puntos, ya que su narración corresponde a la crónica de un conjunto de hechos reales y su temática era algo que no había sido contado, existía algo que aún faltaba.
A pesar de que el texto de Cercas, luego de algunos cambios, logró convencerlo de haber dado a conocer la historia de Rafael Sánchez Mazas, y por qué no, entregar algún tipo de explicación por la personalidad y actitud de éste frente a los hechos ocurridos en su país, el periodista sentía que existía algo que no lograba satisfacer completamente su trabajo, por lo que se resigna, y decide volver a ejercer su profesión de periodista en el periódico en el que se desarrollaba.
El cierre perfecto del libro, y el verdadero motivo que andaba buscando en él, llegó de imprevisto y es contado en el último capítulo, llamado “Cita en Stockton”. Cercas, tiempo después de haberle realizado una entrevista al escritor chileno Roberto Bolaños, se encontraba cenando con éste cuando oyó la historia de un inusual personaje. Un soldado que, por diversas circunstancias de la vida, hacía recorrido distintos países emprendiendo guerras, incluso en la localidad de Collell, el mismo lugar del fusilamiento de Sánchez Mazas. Le llamaban Miralles.
Seguramente el periodista tuvo una de esas corazonadas que le permitieron realizar conexiones entre aquel personaje entregado por Bolaños, con el soldado que le salvó la vida a Sánchez Mazas, luego de haber escapado entre los tiroteos del fusilamiento. Gracias al apoyo de su novia Conchi, Cercas emprende una vez más una tarea investigativa para dar con el paradero del tal Miralles, para poder saber si fue éste quien verdaderamente miró a los ojos del preso franquista y le perdonó la vida.
El vuelco final que Miralles le otorga a la historia libro es lo que el autor, como el lector, anda buscando. Con él la trama deja de ser simplemente la narración del fortuito destino de un personaje de guerra, es decir, de Sánchez Mazas, volviéndose hacia la búsqueda de una historia humana, de los pensamientos y sentimientos de alguien que, a pesar de las circunstancias que se vivían, logró dejar con vida a quien debería haber fusilado.
A pesar de haber encontrado a Miralles -ya envejecido en una residencia en la ciudad de Dijon, Francia-, Cercas no logra obtener aquella declaración que tanto anhelaba. El soldado de guerra le entrega diversos momentos de sus vivencias, pero a pesar que la verdad se asoma por sus ojos, nunca asume que verdaderamente era él aquel piadoso soldado que salvó a Sánchez Mazas.
Por más que las palabras de Miralles no hayan sido “sí, yo le perdoné la vida a Sánchez Mazas”, cada una de las partes de las conversaciones entre él y Cercas, le entregan al lector un sentimiento de que sí lo es. De esta manera, el cierre del libro se torna más humano e incluso, emotivo; transformándose en el final feliz de aquella historia que por tanto tiempo Javier Cercas quiso contar.
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