María Angélica Campos (más conocida como la “Tía de las Fotocopias”, “Tía Mary”, o simplemente “Tía”), nació el 7 de agosto de 1950 en Santiago de Chile. Siendo la penúltima de nueve hermanos, tuvo una vida tranquila hasta la edad de 16 años, cuando quedó embarazada de su pareja Enrique. “En esos años una pololeaba de la puerta hacia fuera, si mis hermanos mayores se enteraban, ¡me mataban!... pero me mandé el condorito igual”, reconoce entre risas.
A pesar de lo difícil del momento, su familia la apoyó, pidiéndole incluso que no se casara. “Mi mamá me decía que ella me cuidaba a la guagua, y mi hermano se ofrecía a educarlo, porque era profesor. Pero yo quise casarme igual”, asume con ternura. Y es que sus padres no la dejaban pololear, por lo que sus opciones eran sólo dos: todo o nada.
Pero su decisión fue la mejor: lleva 42 años de matrimonio, y a pesar de que han habido “altos y bajos, porque mi esposo es todo un bohemio”,
Dejando atrás sus años de basquetbolista y la preocupación veinticuatro horas al día por sus hijos,
En ese lugar ya lleva 16 años, formando ya parte de él. Ha visto pasar tres generaciones de periodistas, varios de los cuales hoy son “famosos”, y todas han dejado en
- ¿Cómo llegó al negocio de las fotocopias?
Mi marido trabajaba desde antes en esto, él estaba en
- Y eso ¿hace cuántos años fue?
Uuuuuufff... llevo 16 años trabajando acá, saquen cuentas.
- Desde 1993...
Claro. En ese tiempo estábamos en la vieja escuela.
- ¿Se refiere a José Carrasco Tapia?
Claro, en Belgrado. Ahí era distinto eso sí. Éramos una familia, todo era más chiquitito… más familiar. El ambiente era mucho más agradable y mi espacio para trabajar era enorme, como una sala. En ese lugar compartíamos harto con mis niños (los estudiantes regalones de la tía), celebrábamos los cumpleaños y todo.
- ¿Por qué cree que aquí en Juan Gómez Millas no se da el mismo tipo de relación con los estudiantes?
Yo creo que es el espacio, la forma en que está hecho este edificio, así como todo más abierto. Allá no, era otra cosa. Tenía más contacto directo con los alumnos. Yo estaba en un subterráneo antes, uno bajaba una escalera y llegaba a una sala, y de ahí se salía o al casino o a la fotocopiadora; entonces todo el mundo pasaba ahí, así que estábamos más unidos.
- ¿Y cuáles son los mejores recuerdos que tiene de la vieja escuela?
Lejos los cabros, mis niños. Es que teníamos una relación muy cercana con algunos. Si ahí me hice amiga de muchas estudiantes que todavía me llaman los siete de agosto para desearme un feliz cumpleaños.
- ¿Algún “sobrino o sobrina” que recuerde en especial?
Ufff... varios. Cuando los veo en la tele me acuerdo más y es lindo verlos ahí y saber que les ha ido bien en la vida, que han tenido éxito. Cristián Arcos, por ejemplo, que ahora está en Chilevisión Deportes, él me decía la “mamá de las Fotocopias”, porque yo era como su mamá acá en Santiago. Me viene a ver cada vez que pasa por aquí y hubo un tiempo en el cual hablábamos siempre. Recuerdo mucho la generación de Peirano, de Rafael Cavada, Scarlett Cárdenas, Francisca de
- ¿Y por qué no le creeríamos?
Porque claro uno ve tanta gente en este negocio. Todos los días ve caras, algunas se van haciendo conocidas con el tiempo, pero siempre llega gente nueva de otras facultades y es difícil acordarse de todos. Por eso uno se acuerda de los que le prestan atención, de los que te dedican un ratito para conversar, para saber cómo está uno.
- Y la tele también debe ayudar harto a recordar rostros...
¡Ah claro! Uno los ve en la tele y se pone recontenta. Mi hija me retaba porque decía que yo me involucraba mucho con los alumnos y se daba cuenta cuando me veía feliz cuando salían en la tele.
- ¿Y qué le contestaba usted?
Que me dejara, si al final eso es lo lindo de esta pega. Esto que estamos haciendo ahora es lo más lindo de llevar tantos años trabajando aquí: conversar con ustedes, con los niños, compartir con la gente, conocer sus historias, sus problemas...
- Pero debe ser una carga igual.
Sí, claro. Si yo he visto a los cabritos llorando aquí, ¡he sido el “pañuelo de lágrimas” de muchos! Todos tienen problemas, distintos, algunos más graves que otros, pero todos tienen problemas y muchos vienen a contármelos. Y es una carga porque a veces uno se queda pensando y trata de ayudar pero no siempre se puede, por eso hay que escucharlos... eso también los ayuda.
- Muchas historias y recuerdos. Pero, ¿cuándo piensa jubilarse?
(risas) De aquí me van a tener que echar a patadas, porque me encanta lo que hago. No pienso jubilarme. Así que tienen tía para rato chiquillas (Risas).
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